miércoles, 7 de mayo de 2008

¿Qué dejó el referéndum de Santa Cruz?

Redacción Bolivar La Plata

Un muerto, tantos heridos y cifras de porcentajes de votos, declamadas por unos y por otros, para argumentar su posición.

Por un lado, están los dirigentes cruceños, y sus acólitos, festejando con carteles lumínicos en su plaza mayor y con el brazo en alto, en saludo fascista. Porque aunque parezca anacrónico, en esa plaza hay quien festeja con el brazo en alto en saludo fascista, y con el brazo en alto en saludo fascista, gritan por “la democracia y la libertad de la nación camba”.
Por otro lado, está el gobierno boliviano. Un gobierno boliviano -que a la luz de ciertos analistas, es demasiado honrado y demasiado democrático- apelando a la paz, a los grandes niveles de abstención en el referéndum y denunciando el fraude electoral. Nadie puede decir que sea una estrategia surgida entre gallos y media noche, pues se trata de una postura coherente que reafirma, ahora en la ilegitimidad popular del estatuto autonómico nacida de los resultados, la ilegalidad y la inconstitucionalidad manifiestas que venía denunciado desde antes.
Los resultados
Según la Corte Electoral Departamental de Santa Cruz -la misma Corte Electoral que se permitió desconocer la disposiciones de la Corte Nacional Electoral, la normativa de la Ley marco del llamado a referéndum y la propia Constitución Boliviana (y en esto no hay disputas, desoyó la nueva y la vieja Constitución bolivianas)- esa misma Corte Electoral Departamental es la que refrenda el resultado y proclama el triunfo del SÍ con un 84% de los votos y minimiza a “solamente” el 36 % el nivel de abstención.
Y justamente, con estos mismos datos –porque se trata de un gobierno demasiado honrado y demasiado democrático-, el gobierno de Evo Morales construye su discurso, hace cuentas y llega al resultado de que el 48.3, equivalente a 452.238 personas, de un total 936.163 inscritos en el Padrón Electoral de la Corte Departamental (CDE), no dio su aval al estatuto autonómico (la suma es simple si se toma el 39% de abstención -sólo aquí difieren los datos oficiales- y el 15 % de votos negativos).

El problema es uno solo
Sin embargo, y más allá de la interpretación que se de a los números, con sólo observar las declaraciones de los dirigentes cruceños y también las del propio gobierno, se ve que el centro del conflicto vuelve al punto en que ha estado siempre, pese a cualquier intento de camuflaje.
Si bien es cierto que la reivindicación “autonómica” tiene antecedentes en la historia de Bolivia, también es verdad que sólo en el ocaso del sistema neoliberal y fundamentalmente con el revés electoral que proclamó a Evo Morales como presidente boliviano, el discurso de las autonomías, ahora con un claro tinte balcanizador, fue tomado como punta de lanza por la clase de elite y dirigencial desplazada en las urnas. Como primera medida fuerte de gobierno, Evo Morales cumplió su promesa con los movimientos sociales, de llamar a una Asamblea Constituyente que permitiera refundar Bolivia desde otros paradigmas. En la agenda de la Constituyente se planteó fundamentalmente el reconocimiento de una Bolivia Plurinacional y el control del Estado, para el pueblo de Bolivia, de los recursos naturales y el uso social de la tierra. Asimismo se incluyó la cuestión de las autonomías, pero evidentemente, de unas autonomías, entre las cuales se encuentran las autonomías indígenas y las autonomías regionales, que mantuvieran concordancia con los otros postulados de la nueva constitución. Sobre esta discusión, la oposición, fundamentalmente encabezada por el partido PODEMOS, cerró filas y puso todas las trabas, habidas y por haber, negando el quórum cuando fue necesario, o planteando discusiones estrambóticas como la referida a los dos tercios y el traspaso de la capital, de La Paz a Sucre. En estos términos, se negaron a reconocer la existencia de la Nueva Constitución aprobada en Oruro.


Este pequeño recuento sirve para volver a la cuestión de qué cosas nos dejó el referéndum.
Este lunes los prefectos de Tarija y Beni (que son parte de la llamada “medialuna oriental”), Mario Cossío y Ernesto Suárez, coincidieron en que antes de instalar cualquier mesa de diálogo con el Gobierno, éste debe reconocer los resultados obtenidos en la consulta sobre el estatuto autonómico cruceño. Por su parte el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, dijo que es necesario instalar una mesa de diálogo para que la autonomía sea conducida por la legalidad. En ese entendido, expresó que ojalá los prefectos analicen la convocatoria del presidente y de la misma forma respondan y así se inicie un proceso de compatibilización, legítimo y legal entre la nueva Constitución y las autonomías "que son ya una base”.
En definitiva, por un lado el comité Civico persiste con un referedum sin aval internacional y sin demasiado margen para su aplicación real sin una constitución que le de marco, y por el otro, está el gobierno que reclama el reconocimiento de la Constitución Aprobada en Oruro, cuestionada duramente por la oposición.

Compatibilizar lo incompatible:
En este marco de llamamiento al diálogo, el secretario por autonomías de la prefectura cruceña, Gabriel Dabdoub, se quitó todo tipo de máscaras y reconoció que el principal escollo que impide instalar una mesa de diálogo, es la Nueva Constitución Política del Estado. "Hay la voluntad (de dialogar), lo que se debe hacer es que el proyecto de Constitución del Movimiento Al Socialismo vuelva a un principio para que se incorporen las autonomías departamentales de forma real", apuntó.
Ahora, la pregunta que finalmente ha de formularse es de qué manera se va a compatibilizar esa “autonomía real” en el sentido que quieren el Comité Cívico Cruceño con la que se prevén en la nueva Constitución.
El problema del Estatuto Autonómico de Santa Cruz es que no se limita a la pregonada descentralización política, sino que propugna una potestad total de los “gobiernos departamentales” relegando al Estado Nacional a un rol de simple coordinadora de los aspectos generales de Bolivia.
Del entramado normativo se vislumbra una rapacidad a cara descubierta, en algunas materias sensibles para todo Estado que pasarían a manos de la labor legislativa y ejecutiva de los departamentos.
Si por un lado, la nueva Constitución deja sentadas las bases para una reforma agraria, el Estatuto Autonómico reclama que la dotación, adjudicación, distribución y redistribución de las tierras fiscales, quede en manos de los Departamentos, pudiendo el gobernador “otorgar títulos agrarios irrevocables”.
Si la nueva Constitución declara a Bolivia una sola y un Estado plurinacional, el Estatuto Cruceño, propone que sea la Prefectura (autoridad ejecutiva de los departamentos autonómicos) quien deba regir los movimientos migratorios, creando, de cierto modo, una “ciudadanía departamental”, la ciudadanía cruceña, al margen de la ciudadanía nacional boliviana.
Si la nueva Constitución Política recupera para Bolivia el control de los recursos naturales, el Estatuto Cruceño reclama para sí su administración, cuando ya no es preciso remarcar la comunidad de intereses del Comité Cívico y el empresariado local e internacional.
Estos son solamente algunos ejemplos de la incompatibilidad de ambas normas, inspiradas no solo en ideologías muy diferentes, sino en pugna, en lucha directa y frontal.
En definitiva y cerrando el círculo, el problema fue, es y seguirá siendo, la lucha por el control del aparato Estatal que legítimamente el Movimiento al Socialismo que encabeza Evo Morales, logró en las urnas a finales de 2005. Hecho político contundente y locuaz que los privilegiados de siempre se niegan a aceptar. Y no sólo eso, disponen de todos sus esfuerzos y medios, para no perder lo que democráticamente perdieron.
Valga entonces como dato anecdótico que en la elección del 18 de diciembre del 2005, con la presencia de veedores internacionales, con la aquiescencia de la OEA, sin fraude electoral, Evo Morales fue electo como Jefe de Estado con el 53.7 por ciento de votos y el grado de abstención fue solamente del 15.49 por ciento a nivel nacional, es decir que no votaron 568.735 personas, sobre un total 3.442.536 habitados en el padrón electoral.
Por eso resultan curiosos o graciosos, o tristemente curiosos y graciosos, esos brazos alzados en la plaza cruceña, haciendo el saludo fascista y vivando por la “democracia y la libertad”.

No hay comentarios: